Pronto habrán pasado 25 años desde que tuve mi primer teléfono móvil, allá por el otoño de 1997. Entonces nos parecía un privilegio y un lujo poder hablar con otras personas en todo momento y desde cualquier lugar. Además, arrancaba el servicio de “roaming” que, en aquella época, estaba limitado a los países europeos y tenía un sobrecoste considerable. Internet empezaba a popularizarse, pero aún no llegaba a toda la población, y las redes sociales, tal y como las conocemos hoy, sencillamente no existían. 

Un teléfono móvil servía para hablar o, como mucho, enviar “sms”, y sólo de texto.

Por su parte, la electrónica en los coches era entonces todavía muy limitada y equipamientos que hoy nos parecen irrenunciables, como Airbags, ABS o ESP, solamente se incorporaban como opción en los modelos de las marcas Premium y a precios muy elevados.

Con el tiempo, los móviles han evolucionado, convirtiéndose en “smartphones”, y ahora nos ofrecen un sinfín de posibilidades de uso, a través de multitud de Apps a menudo gratuitas, que no habríamos podido siquiera imaginar hace unos años. En contrapartida, las llamadas de voz son cada vez menos frecuentes, superadas por las distintas aplicaciones de mensajería instantánea.

Análogamente, mediante la digitalización, los coches van a convertirse (o se han convertido ya) en “clevercars” que, más allá de ofrecernos conducción autónoma o electromovilidad, serán capaces de interactuar con el entorno para ofrecernos multitud de servicios que nos permitirán mejorar nuestra calidad de vida.

Y no me estoy refiriendo únicamente a cuestiones relacionadas con su estado, la navegación o el tráfico. A partir de nuestros hábitos de uso y aplicando tecnologías de Big Data e Inteligencia Artificial, el propio vehículo será capaz de ofrecernos información de interés – turística, gastronómica, enológica, meteorológica, deportiva, cultural, histórica, social… – de nuestro destino, de posibles puntos de parada en la ruta o de lugares cercanos, siguiendo itinerarios alternativos.

Al igual que ha sucedido con los teléfonos móviles, un “clevercar” será una plataforma de contenidos que, además, nos permitirá ir de un sitio a otro. ¿No os parece apasionante?

Un saludo, F